lunes, 7 de mayo de 2012

El elefante

- Imagínate que empiezas a construir un elefante - Le expliqué - De tamaño real, con piezas tan pequeñas como palillos... Cada día añades unas cuantas. Es un trabajo laborioso que requiere mucha precisión, mucho esfuerzo y mucha concentración. Sin darte cuenta, transcurren cinco años de tu vida...

Me miraba con extrañeza. Aún no entendía.

- Imagínate que el elefante que estás construyendo se encuentra en una habitación donde sólo tú puedes entrar; nadie más puede. Por lo tanto, eres el único que puede avanzar o destruir, si sale mal. Nadie puede ayudarte...

Hice una pausa. Seguía dudando, aunque la soledad frente al paquidermo sí le había parecido un tanto injusta.

- Y ahora - Terminé, enfatizando el tono - Imagínate que eres la única persona que puede ver al elefante...

Se quedó pensando. No le convencía.

- ¿Es un elefante invisible?
- Hasta que esté terminado, sí...
- Y cuando lo terminas, ¿se lo puedes enseñar a la gente?
- Claro, para que lo vean y lo disfruten...
- ¿Y si les gustan más los cocodrilos?
- Es un riesgo que hay que correr, desde luego...

Otra vez se quedó pensando. Al final, una luz se encendió sobre su cabeza.

- Pues yo creo que es más fácil comprarse un elefante desde el principio, y ya está...



5 comentarios:

  1. Mas facil,pero...dónde queda la diversión entonces?

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  2. No tengo ni idea de dónde queda la diversión...

    Supongo que construir un elefante es suficiente para mí.

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  3. a eso me referia.

    comprarlo serís fácil,pero construirlo es lo interesante,divertido,emocionante...

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  4. Se compra un elefante y acaba toda la diversión. Como los videojuegos de la WII. Ahí están cogiendo polvo...

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    1. Es que la diversión es comprar el videojuego, no jugar con él... ;)

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