sábado, 31 de diciembre de 2011

De entrada...

Cordero
plátanos
vino espumoso
ensalada de rúcula
jamón de pata negra
mandarinas
lomo
turrón de chocolate con naranja
churros
trufas
queso
patés
piña
langostinos
tarta de manzana casera
ensalada de pimientos rojos con bonito
chorizo
canapés de salmón o roquefort
aceitunas
espárragos
merluza al horno
pulpo
macarrones con tomate
judías
y mucho zumo de naranja... (entre otras cosas).

¡¡¡Feliz Nochevieja!!!

martes, 29 de noviembre de 2011

Texto de 2006, cuando yo aún era escritora...

Saturday, September 30, 2006

El sínfilo

Incluso estando muerto a uno le puede molestar el ruido del futuro; no deja de embestirnos donde quiera que nos encontremos. Hace muchos siglos que conozco la sensación vertiginosa producida por el tiempo que no me pertenece, ese tiempo que robo a otros para luego desecharlo en vanalidades y actos estúpidos como, por ejemplo, las múltiples veces que traté de suicidarme sin conseguirlo. Los de mi especie no estamos preparados para asumir la responsabilidad de una longevidad tan extraordinaria. Ni siquiera sabemos para qué sirve. No somos superiores ni poseemos facultades especiales; no somos más hermosos, ni más sabios. He tratado de descubrir en mi interior algún talento que pueda arrojar un poco de luz sobre mi particular naturaleza, pero los intentos han resultado inútiles... La única conclusión, verdadera e incuestionable sobre mí mismo, es que soy un parásito.

Mi nombre es Guldimir y, aunque nunca he sabido la fecha de mi nacimiento, sí puedo recordar los primeros años en los valles cercanos a Auch, el pueblo francés donde me crié. Una nodriza se apiadó de mi llanto y me recogió del portal del orfanato para, después de amamantar al hijo del recaudador, alimentarme con la leche que le sobraba. Durante el invierno ella me escondía entre las vasijas de la alacena, encerrado bajo llave y, cuando crecí, me enseñó a ocultarme en un agujero de la chimenea de la cocina, siempre cerca de la despensa. A veces me permitía ocultarme bajo sus enaguas para poder salir de la casa a hurtadillas hasta el bosque, donde, al poco tiempo, aprendí las astucias de los asaltantes de carros; así fue como me convertí en ladrón. Un día, cuando descubrí que más allá de los senderos se alzaban ciudades, monté sobre un caballo y comencé a galopar hacia el sur; después de un viaje de varias semanas el animal escupió una bocanada de sangre y se desplomó, enfermo de agotamiento. El camino era una senda arenosa, de paisaje árido y silencioso. El amarillo inundaba la tierra abrasándola con un calor infame que me hacia sudar; sin apenas darme cuenta había recorrido varias leguas y, entonces, algo extraño sucedió. Un hombre se interpuso en mi camino blandiendo la hoja de una espada que, de inmediato, me atravesó el corazón, produciendo un crujido en mi pecho. Me derrumbé tosiendo sangre igual que mi jamelgo, sin aliento sobre la arena mientras la vista se volvía más y más pequeña, hasta desaparecer.

Esa fue la primera vez que morí.

lunes, 21 de noviembre de 2011

8 cuentos de dos frases

La mujer olvidada había memorizado las cartas de todos sus amantes.
Fue entonces cuando el cartero le trajo una nueva baraja.

Erase una vez un castillo lleno de monstruos incansables que no sabían dormir.
Vivieron felices porque comieron perdices con ibuprofeno.

Una piedra enorme estalló en mil pedazos idénticos.
Su corazón se estaba reproduciendo.

El niño saludó; "¡hola, soy yo!".
La niña contestó; "Eso no vale".

Dentro de las cosas no quedaba más sitio, así que el sitio tuvo que acostumbrarse a salirse por fuera.

El perro se había enamorado de la televisión.
La televisión le regaló una imagen congelada de Lassie.

Incluyéndote a ti somos menos que si cuento contigo para todo... ¿Sabes sumar llevando?

El primer sueño y el último se sentaron a jugar al póker en una mesa redonda. Ganó la partida el que más palos se llevó.

sábado, 19 de noviembre de 2011

Buá

Hacía mucho tiempo que no me pasaba a llorar por aquí... Debe ser a causa de las marchas forzadas. Ahora lloriqueo en los baños de la oficina. Bajo la tapa del inodoro, apago la luz y cierro la puerta. Luego me tumbo. Me quedo quieta y disfruto del frío. Apoyo la cabeza sobre la cisterna y la hago rodar de derecha a izquierda. Subo las piernas y camino sobre los azulejos de la pared hasta que no puedo llegar más arriba. Me quedo allí bastante tiempo. A oscuras todo resulta mucho más sencillo pero también mucho más grandioso. Por el borde de la puerta se cuela la luz formando un rectángulo brillante. La porcelana helada y el destello difuso me hacen sentir como en una tumba.
A través de la pared se filtran los ecos de las conversaciones. Resultan triviales. Todo es absurdo desde la perspectiva de una caja mortecina.

Siempre imaginé, de niña, que morirse era lo más horrible de la vida. Ahora empiezo a entender que la muerte sólo sirve para comprenderse a uno mismo. Es para lo único que sirve y, al mismo tiempo, es lo único que sirve para algo.

De repente se me secan las lágrimas y vuelvo a salir del baño. La oficina sigue en pie, los techos resisten, el suelo no se ha resquebrajado.

Me preguntan, algunos, muy pocos, sobre mis novelas olvidadas. Hay orejas para los sueños, así que debe haber corazones para las historias, sean cuales sean.

sábado, 10 de septiembre de 2011

Funcionamiento del miedo (II)


La peor costumbre que conozco es esa desagradable sensación de ansiedad producida por el miedo. Existe gente, personas, que siempre están ansiosas. No importa dónde estén, lo que hagan o cuánto riesgo asuman en la vida; la ansiedad late a través de su garganta sobreviviendo a todas las buenas razones que la cabeza recita para atenuarla, para hacerla desaparecer. Por desgracia es del todo inútil porque resulta casi imposible conseguirlo. Puedes acabar con una cucaracha, pero el resto de la plaga la sustituye al momento.


Una cucaracha puede sobrevivir siete días sin cabeza... ¿Quién puede competir con eso?

Ese insecto amorfo y putrefacto forma parte de nosotros derramándose por las articulaciones cual gangrena paralizante sin permitirnos cualquier otra clase de respuesta a las situaciones que se nos plantean, a menudo, ni siquiera relevantes para la propia supervivencia. Pero hemos aprendido a masticar la existencia sufriendo en vez de experimentando, de modo que el progreso, la evolución o un simple pequeño cambio puede producirnos un exagerado sentimiento de destrucción, estupor, ahogo y vacío. Eso, en argot, es somatizar el miedo, o la expresión que el cuerpo desprende cuando interioriza el miedo.

Un miedo, por otro lado, del que nadie nos habló y al que nadie nos enseñó nunca a pegarle patadas en el culo. ¿Algún padre o profesor enseña a los niños a no ser ansiosos?

Por otro lado, ¿algún padre o profesor sabría hacer eso?

Las personas ansiosas no han aprendido a dosificar su elevado estado de alerta frente a situaciones difíciles. Viven con un miedo eterno que, irónicamente, no les permite vivir. A mí en particular me gustaría saber qué cara tiene ese miedo. Me gustaría amenazarle y verle aterrorizado huyendo de mi persona. Me gustaría volarle con dinamita o clavarle unas patas para que corriese de vez en cuando y pudiese abandonar esta hibernación interminable, esta anidación espiritual. Al respecto surge, sin embargo, una duda inevitable...


¿Y si soy yo la que sobra? ¿Y si somos ocupas, inquilinos no gratos en cuerpos propiedad del miedo?

martes, 6 de septiembre de 2011

Funcionamiento del miedo (I)

El valor es una cualidad oscura y enigmática. Procede de hábitos ancestrales que aprendemos de nuestros progenitores y del conocimiento que nos va proporcionando la vida y las relaciones con los demás, pero también es una manifestación de nuestra personalidad, una expresión propia.
Yo no aprendí a tener valor; muy al contrario, crecí pensando que el valor era un signo de estupidez que terminaba por destruir a la persona que lo poseía. La cobardía, enmascarada de sabia prudencia, me fue administrada en dosis masivas, junto a una refutable letanía de normas antiguas y prejuicios básicos, todo ello aderezado con un estricto control del pensamiento. ¿Era aquello una jaula o un envase de matrioskas que aún sigo destapando?

Creo de verdad que hoy en día he superado ampliamente mi legado genético porque me entusiasman los grandes retos. Podría definirme como una persona decidida, creativa, que derrocha iniciativa y que no tiene miedo de enfrentarse a situaciones sociales comprometidas; me siento segura de mi misma y mi autoestima es fuerte como el hormigón. Sin embargo... Hay algo.

Se trata de una barrera, una desconexión mental que se produce precisamente cuando he alcanzado el control absoluto del momento de conversación, esos en los que todos esperan que culmine mi alegato con la misma brillantez con la que lo empecé, con la que lo luché, con la que me defendí y ataqué. De repente, cuando el mundo expectante me regala su atención para aplaudirme y aguarda con paciencia que exponga mis convicciones para conseguir el merecido triunfo, mi cerebro se paraliza y soy incapaz de proseguir. Ocurre que no termino el proceso; a decir verdad, nunca lo hago. Por eso mi currículum está incompleto y por eso nunca remato una historia ni acabo una sola novela. La pájara, que diría un deportista.


Tal vez se trate, en efecto, de una pájara en una caja de matrioskas.

martes, 30 de agosto de 2011

Ha llegado la niebla

Qué sorpresa. Más de cien mil visitas en tres días. "Entrando en barrena" ha elevado a la máxima potencia sus expectativas más ambiciosas. Ignoro la causa pero debe existir y, dada la magnitud del hecho a considerar, sospecho que ha de haberse constituido sobre resistentes y consolidados argumentos. En cualquier caso, Japón, Estados Unidos, Emiratos Arabes, Hong Kong y el norte de Europa no pueden estar equivocados.
O sí.
Me comunican que han comprado la marca que da título al blog al igual que mi seudónimo y, a partir de ahora y mediante una cesión temporal con marcados condicionantes comerciales, puedo continuar utilizándolos siempre y cuando revele las fuentes de mis códigos. He manifestado abiertamente a los nuevos y generosos dueños de mi instrumento de expresión que desconozco a qué códigos se refieren pero insisten con vehemencia, tanto que he empezado a asustarme. Un abogado me ha confirmado que, en efecto, la operación de registro y solicitud se ha realizado a través del mismo bufete de relaciones internacionales ubicado en unas islas del Pacífico con nombre de vacaciones, lo cual me ha producido un tremendo estupor a la par que dolor de cabeza. Me siento superada por los acontecimientos.

Desde nuevos y desconocidos orígenes han comenzado a reclamar insistentemente los consabidos códigos. Las amenazas se suceden y aunque en inglés parecen menos terribles (bendita ignorancia) soy capaz de comprender que la situación se escapa de mi control. El abogado que me mantenía informada ha desaparecido y los otros dos a quien conté mi caso no responden a mis llamadas. Estoy intentando considerar otras opciones pero, a día de hoy, aún no quiero llamar a la policía; prefiero continuar creyendo que todo se debe a una estúpida y macabra broma.


He acudido a la policía pero mis esfuerzos por demostrar la persecución y acoso al que estoy siendo sometida han resultado inútiles. Para mi más absoluto asombro acabo de desaparecer de los registros del banco. Han asaltado mi casa y robado mi bolso así que carezco de cualquier documento que acredite mi identidad. Unos hombres que parecen de la CIA o de cualquier organización con gente armada y anónima se han presentado en mi casa y me han exigido el pago de unas deudas adquiridas al cometer un delito de apropiación indebida de marca comercial y estafa. Insisten de nuevo en conocer los códigos. Uno de ellos, el menos obcecado, me habla del sistema para el lenguaje de transformación numérica. No entiendo nada, y eso que utiliza un castellano bastante correcto. Empieza a señalar una serie de líneas simétricas dibujadas sobre la impresión de mis escritos mientras me vigila con extraña suspicacia. Sigo sin comprender. No quieren marcharse.

Tres días después he logrado vislumbrar una parte del enigma. Parece que existe un lenguaje invisible en cada entrada del blog que se traduce en una serie de números repetidos, los cuales, a su vez, conforman un lenguaje estadístico que coincide con la curva matemática de las inversiones en bolsa. Todo monstruosamente raro. Yo no sé nada de la bolsa pero ellos no se cansan nunca de preguntarme toda clase de cosas acerca del funcionamiento de los mercados. Hace mucho tiempo que no como nada, creo que no me encuentro bien.



He despertado en una habitación que no conozco. Un señor muy sonriente me observa con paciencia hasta que logro despejarme. Me pide que me siente frente a él. Hace calor. Escribe en un papel y luego me lo entrega; pone "¿Cuál es la dirección?"
Le miro, no sé qué decir. Espera y luego saca un billete de un dólar. Vuelve a escribir y me lo entrega; "¿Dónde?"
Espero. De repente empiezo a recordar algo que una vez me dijo alguien: "Casi todo el mundo es más idiota que tú así que descuida, con todos los que somos, no creo que te de tiempo a cruzarte con alguien que no lo sea..."
"Ellos", respondí. Él abrió los ojos con ansiedad. Muchos otros escuchaban, nos espiaban.
"¿Quiénes son ellos?", se atrevió.
"Los que me trajeron aquí", aseguré.

Hace una semana del incidente de los códigos. Parece que los hombres de la CIA o de dónde sea han emprendido la persecución de los inversores a quienes dar caza. Las multinacionales han emprendido acciones de busca y captura de ciertos miembros de clubes financieros en todo el mundo sobre los que recae la responsabilidad de reestructurar las bases del código que les señala. La tranquilidad, no obstante, ha durado poco tiempo. Me vigilan. Ahora que las grandes empresas me protegen, los gurús de los mercados han enviado sicarios para asesinarme. Intuyo que no les ha gustado ser el propio objeto de la inversión bursatil mundial y pretenden acabar con el lenguaje que ha poseido mi blog mediante indescifrables estructuras matemáticas. Toda una singular proeza que aún no reconozco ni puedo explicar.

Hoy es el último día. He rehecho un código que no sé y lo he cifrado a través de un último post donde también incluyo la conexión con otras muchas brújulas financieras, como agudamente me han bautizado desde una inexistente cúpula londinense de relaciones corporativas y banca. No insistan, no revelaré más datos acerca de la curva imprevisible de inversiones en activos. No cuenten con mi confesión.
Aunque aportaré una última pista final; la riqueza se dirige hacia el mismo lugar que el entusiasmo por la vida. Son una pareja estable con un precioso plan de futuro.

Fin ;)):

martes, 23 de agosto de 2011

La muela rota


Mañana tengo una entrevista con el gerente de una clínica dental para ofrecerle un asesoramiento financiero completo. Y resulta que hoy, hace tan solo unas horas, se me ha roto una muela comiendo espaguetis. Alguien medianamente susceptible diría que se trata de una señal, una de esas pistas que nuestro destino esparce de vez en cuando por delante de nuestras narices para jugar a las adivinanzas... ¿Tendrá de verdad algún recóndito significado? Los espaguetis estaban muy buenos, ¿eso qué significará?
Cada vez que llego a la parada del autobús me asalta una gran variedad de dilemas existenciales. Es extraño. En cuanto mis pies se detienen mi cabeza se pone en marcha cuestionando todo aquello que alcanza la vista. ¿Cuántos años de vida le quedan a esa señora? ¿Ese señor le ha sido infiel a su mujer, si es que la tiene? ¿Se ha arrepentido? ¿Esa otra señora lleva una doble vida, se ha intentado suicidar, ha cometido algún crimen, cree realmente en Dios? ¿Por qué sonríe? ¿Ama de verdad, odia de verdad? ¿Vive de verdad?
Las opciones son infinitas. Las posibilidades, inagotables. Pero siguen sorprendiéndome, por encima de cualquier otra consideración, las personas felices. Esos seres poco comunes, únicos, tan especiales y poderosamente atractivos para la ingente masa gris. Ellos se mueven entre el vulgo desprendiendo un brillo cegador, expulsando chorros de energía que el resto recolecta y abraza como limosnas curativas del alma. El efecto de estas personas dura lo mismo que su proximidad; a veces, dilatado durante unas horas en forma de perfume impregnado en los cerebros agradecidos. Respiras, contienes, experimentas y olvidas, regresando a la brújula del propio ánimo y sus prosaicas fronteras. Todo muy aburrido, todo muy pueril. Pero es que la vida seria no tiene otro significado que el de ser aburridamente pueril.

Me duele la muela. "Tendrán que salvarla", dijo el dentista. Salvarla de mi vida de estragos y licencias (seguramente baratas, si no, otro gallo me cantaría). Empiezo a ver al dentista como un caballero andante, con su espada y su gorguera cervantina. Empieza a declamar:

Nos enseñan a bordear los pájaros muertos sobre el asfalto
Me hace sentir imbécil por bloqueo
¿Estás en la película que escribe tu cabeza?
Nos enseñan a que no importe pisar lombrices u hormigas: Qué corriente eres, ¿a quién obedeces si apagas el instinto?
De vuelta es todo una reconquista. Una reconquista. Una reconquista...


El dentista me da miedo. El trabajo me aterroriza. La muela rota me hace sentir triste y de mal humor. Espero que todo esto se me pase mañana, en la parada del autobús, entre toda esa gente imaginaria.






jueves, 4 de agosto de 2011

Estío madrileño

-¿Sabes que si tengo que donarte un cacho de riñón me lo sacan directamente por la vagina? -Exclama mi madre con entusiasmo- Ni cortes, ni nada... Meten el aparato y sacan... Esto de tener vagina es fascinante, es como un supermercado...
-Desde luego... -Admito yo, sin pestañear.
-Y al receptor del riñón se lo meten por el ombligo, así, como si nada... ¿No es maravillosa la medicina?
-Pues sí, mamá...- Vuelvo a asentir, incapaz de estropear el instante con alguna de mis tontas ocurrencias.

La tele sigue funcionando. Es hipnótica, una fuente reveladora de verdades alucinantes. Suena el teléfono.

-¿Si?- Responde mi padre- Un momento... Es tu hermana.

Mi madre acude y charla entretenida. Luego cuelga.

-Era tu tía Elena...
-¿Qué te ha dicho? -Pregunté, casi sin reflexionar en lo que hacía.
-Nada... Que tu prima la pequeña se ha caído en el parque y se le ha quedado una piedra metida en la rodilla. La mayor, Lara, le gritaba a su madre que le sacara la piedra con un pañuelo pero Elena, que ya sabes que es muy nerviosa, ha preferido hacerlo con una aguja. Y ahí estaban ahora, pensando en si acercarse o no al ambulatorio, porque Ana insiste en que quiere quedarse a ver los dibujos y que no le duele ninguna piedra, pero claro, sabes que Lara es muy cabezota...
-Ah...
-Les pasa mucho eso de que se les metan piedras. Ya sabes que tu tía tiene una en la uña meñique del pie... De cuando íbamos a la playa de Gandía...
-Sí...
-Está muy nerviosa, no ves que están de vacaciones... ¿Te conté que estuvo haciendo yoga?
-¿Ah, sí?
-Sí, pero lo ha dejado...
-¿Y eso?
-Pues el otro día le pregunté; "¿ya has dejado el yoga?" y me dijo; "Sí, porque eso es como muy profundo y a mí no me ha llegao"...

La tele sigue funcionando. Mi padre forma palabras con letras. Mis hermanos duermen la siesta. Las cortinas bailan al viento de la sobremesa. La vida es una historia sorprendente.

lunes, 18 de julio de 2011

Lentejuelas negras y gloss espiritual

Señores imbéciles:

No puedo por menos que reseñar la maldita cuestión de las horas de mi vida que me cobraron sin permiso, de las cuales no dispongo factura. Solicito también el abono del porcentaje que me corresponde por aniquilar a la competencia, cruel y premeditadamente, amén de cumplir los objetivos propuestos por el departamento de imbéciles correspondiente. Así mismo declaro y denuncio el robo de mi saldo de salud, astronómicamente mermado por sus controles de calidad laboral, cuyas directrices marcaron mi progresivo desangramiento y pérdida de conceptos humanos. Reclamo pues la restitución de mi inocencia, tal cual les fue entregada, al igual que la devolución íntegra de aquellos depósitos oníricos que ustedes vejaron sistemáticamente mientras dirigían mi entrenamiento para convertirme en ese gran imbécil que siempre quise ser.
Ruego atiendan mis humildes peticiones, les saluda cordialmente
(El pobre aspirante a imbécil que ustedes saben)



Estimado presunto imbécil:

No podemos por menos que asegurarle que nunca robamos a nuestros aspirantes más allá de lo que ellos nos permiten y, por supuesto, jamás exigimos nada que ustedes no se hayan traído previamente de casa. Olvida usted en su misiva que regalamos un plan de propósitos sin clasificar a todos aquellos que lo necesitan, además de cuidar que se cumplan al más alto nivel de exigencia, para lo cual invertimos buena parte de nuestras vidas vacías en salvaguardar los resultados de aquellos incapaces de sobrevivirse a sí mismos. Despertamos a nuestro personal con la misma entereza que el lobo muerde la garganta pálida del cordero antes de comérselo, un bello poema natural que sin duda usted sabrá valorar en su justa medida.
Sin más, le deseamos una feliz y próspera balada
(El viento que no cesa en la nuca del imbécil)

sábado, 2 de julio de 2011

Ayunas

Pocas ganas de escribir. Se me han secado los dedos a pesar de los mordiscos...

En las películas siempre aparece alguien en el momento preciso para ayudar. Es el detonante, quien ayuda a que la historia se desarrolle. ¿Dónde se compran?

Nunca me rendí en las cosas importantes. Lástima que hayan dejado de importarme tantas cosas.

MDE es una novela terminada que necesita cortarse el pelo. Un alisado japonés y quedará como nueva. Estoy ahorrando para acompañarla a la peluquería. Es que me toca pagar a mí...

Su protagonista es una mujer extraña a la que quiero mucho. Una amargada en busca de venganza. Y no esconde su brutal locura a nadie. Un hermoso animal.

Tendría que aprender a separar espacios como hacen otros para continuar funcionando... ¿Habitáculos mentales o morales?

Da igual, yo ni siquiera tengo piso propio.

viernes, 17 de junio de 2011

La cola

Hallábame comprando en un supermercado de mi barrio cuando, al dirigirme hacia la salida, vislumbré una cola bastante extensa. Al poco la malhumorada cajera reclamó sobre el pequeño micrófono a una de sus ausentes compañeras un poco de ayuda y, en breve, una compañera apareció, colocándose en la caja de al lado. Enseguida la recién llegada gritó:

-¡Por favor, vayan viniendo por orden de fila!

Las personas que integrábamos la cola (o fila, más fino) decidimos con mayor o menos acierto movernos o quedarnos. En mi caso, que ocupaba un lugar mas bien lejano, preferí no moverme, porque de ese modo ganaba turnos. Así se organizaron dos filas nuevas en una especie de mitosis perfecta de clientes. Todos ganábamos.

Pero el proceso de mitosis no siempre se produce sin errores. En algunos casos las cadenas proteínicas se alteran y surge algún gen imperfecto, deforme, destrozando la sincronizada formación preconcebida para funcionar en sintonía con la naturaleza.

- Oiga, déjeme pasar, yo estaba antes - Me espetó una señora llena de coraje.

En efecto, la cajera incorporada al proceso de cobro no había resultado ser tan rápida como la originaria. Suele pasar que a menudo subestimamos el proceso de rodaje en el desarrollo adecuado de habilidades o que, simplemente, existen cajeras de respuesta tardía; fuese como fuese, la señora que se había cambiado de fila exigía que la dejase pasar con pleno derecho.

Yo la ignoré. Posiblemente mi estoica naturaleza la hubiese permitido pasar delante de mí pero no a cualquier precio y, sin duda, la mala educación nunca es una buena moneda de pago.

- ¡Pues dejo los botes de tomate y me marcho!

Se creyó la señora que aquella amenaza podría taladrar los cimientos de mi convicción pero era obvio que aquella señora no tenía ni idea de amenazar, dado el poco sentido que su tomate representaba en mi vida. Me miraba furiosa, retándome a abandonar su compra, cuando de pronto la tentación de unas palabras (inesperadas, traicioneras a mi conciencia) asomaron a mis labios:

- Usted es de las personas que culpan a los demás de las malas decisiones que toman en la vida, ¿no? Pues sepa que había dos opciones, dos posibilidades, y si usted escogió la peor, no es responsabilidad de los que estamos aquí, ni tenemos porqué pagarlo. Es usted adulta, se ha equivocado, asuma que se puso en la fila de los lentos y pague cuando le corresponda y no pretenda colarse por atajos defendiendo no sé qué derecho del "yo estaba antes", ¿se cree que eso es un derecho? ¿y por qué su derecho es más importante que mi derecho a no tener el dolor de cabeza que a mí me produce venir a hacer la compra? ¿Acaso sabe si estoy enfermo, si me estoy muriendo? ¿Cree que puede ir por la vida cambiando las cosas y a los que le rodean? Usted estaba allí, no aquí, usted perdió su turno delante de mí cuando escogió libremente colocarse en otro lugar, ¿dónde dice que la cola es reversible? ¿O es que la cola es reversible para los que llevan botes de tomate? ¿Quién decide dónde es reversible la cola, usted? Entienda una cosa; la única manera de pasar delante de mí en esta fila es montarse en una máquina del tiempo y regresar dos minutos atrás para ponerse en el sitio adecuado, pero... ¿Es usted el Doctor Who para hacer eso, eh? ¿Es usted el Doctor Who?

La mujer me miró atónita. Meditó un instante y luego respondió:

- ¿Y es que ese doctor no puede ser una mujer, o qué?


Tuve que dejarla pasar. Me había ganado, y por goleada.

sábado, 28 de mayo de 2011

La corriente del artista

Me confesaba una amiga de los problemas de su amante para entender sus propios sentimientos...

Y es que su amante es artista, y como artista (confesé yo) es un ser extraño, inclasificable, incomprensible y problemático; cualidades todas ellas imprescindibles para ejercer honrosamente en el mundo del arte.
A ella tal explicación le trae al pairo, por supuesto, porque lo que verdaderamente desea es que el tipo la haga feliz. Pero si el tipo en cuestión no sabe lo que quiere, no comprende lo que siente o, peor aún, desconoce los significados de las preguntas... ¿Cómo va a comprometer una respuesta?

¿Si no sabes lo que estás buscando, cómo demonios vas a encontrar nada?

Dijo Pablo Ruíz aquello de "yo no busco, encuentro", aludiendo (seguramente) a la inmediatez creativa, a la impronta visual, a la manera en que la composición conquista al ser humano y lo pospone, lo anula, lo convierte en instrumento. A eso se refería o a otra cosa, quien sabe, porque el tipo era artista y de los grandes...

Y es que las búsquedas humanas son las definiciones de nuestras almas, nuestros recorridos internos, nuestros procesos. La búsqueda somos nosotros. A cada paso, en cada camino, acompañando a la brújula palpitando en el pecho. El resorte es sencillo, marca la pauta y asienta el tiempo.

Mi amiga sabía todo esto mucho antes de conocer a su amante. Le advertí, se lo mostré. Pero la tentación de caer en brazos de un artista es demasiado irresistible. El arte huele a densidad ensoñativa, a ingenio espeso y cerebro estimulado. Emana sustancias con partículas vehementes y vapores de carácter, vibra en la proximidad, explota al tocarlo. ¿Quién no querría poseerlo, retenerlo, devorarlo?

¿Quién puede esclavizar a un artista?

Buscábamos preguntas sensatas... ¿Quieres respuestas cristalinas? El artista es esclavo de sus sueños, y se pasa la vida peleándose con el destino para arrancárselos.

Mira a tu amante. Observa cómo, cuánto anhela aquello que imagina tan nítidamente. Lo ama profundamente y sólo ama eso que sueña. ¿Lo amas tú?

Entonces... Que sueñe contigo, entra en su cabeza y comparte su locura; diseña, pinta, maneja sus manos, esboza sus ideas con ayuda de sus dedos. Forma parte de su obra, abandónate y entrégate para siempre a esa incierta utopía. Cede tus prioridades y regala tu alma... Así lo tendrás, así te pertenecerá; transformándote en su puente de salvación, su ángel de la guarda.

¿Que por qué lo digo? ¿Soportarás el secreto?

El artista no ama a sus congéneres... Sólo los necesita.

viernes, 20 de mayo de 2011

Disturb me

Entre supervivencias anda el juego. Hace tiempo que me dedico a otros menesteres productivos (supuestamente) y he dejado de escribir, con el consiguiente agarrotamiento de los miembros... Se pierde, se pierde capacidad, reflejos, iniciativa... ¿Imaginación?

¿Se pierde la imaginación?

La imaginación, según la red, es "un proceso superior que permite al individuo manipular información generada intrínsecamente con el fin de crear una representación percibida por los sentidos de la mente. «Intrínsecamente generada» significa que la información se ha formado dentro del organismo en ausencia de estímulos del ambiente".

















Según esta definición la imaginación es un proceso particular, individual y dependiente únicamente de nosotros mismos; es nuestro hij@. Pero como cualquier hijo se alimenta de las experiencias anteriores y de la memoria, cuyos almacenes se rellenan a base de vivir las historias que nos proporciona la vida. Podemos aceptar que la calidad de las vivencias es altamente subjetiva, pero... ¿Lo es también la frecuencia de los sueños?

¿Cuántas veces sueñas al día?

La fantasía es la facultad humana que permite reproducir, por medio de imágenes mentales, cosas pasadas o representar sucesos que no pertenecen al ámbito de la realidad. Estos sucesos pueden ser posibles o irrealizables.

Parece obvio pensar que la imaginación, entendida como proceso idiosincrásico, no sufre daños, pero si consideramos un descenso en la frecuencia de las fantasías entonces sí que podemos reconocer que la calidad del producto imaginado se verá afectada a largo plazo así como la facilidad operativa del mismo, influyendo negativamente en la satisfacción individual del sujeto y dificultando su regeneración.


Me lo imaginaba...


Los sueños se alimentan de sueños.

domingo, 3 de abril de 2011

Pulp dream

Nada.
No pasa nada.
Esperaba una conmoción, una reacción en cadena.
La verdad es que ningún día conecta con el siguiente, ninguno es causa o consecuencia.
Pero el sol es el mismo.
Y nuestra cara.
Y nuestro lastre.
Nos engaña que el mundo mute lentamente. Crea la ilusión de expectativa.
Que no existe.
El caos retardado del universo es un teatro de mentiras piadosas, un cuento para niños.
Si aceptásemos la mecánica cuántica, cambiaríamos de especie.
Si aceptásemos que el cambio siempre fue principio, no seríamos.
Si aceptásemos, no tendríamos que aceptar nada. Ya sabríamos.
Las infinitas realidades proceden de la idea de que somos uno viviendo millones de vidas paralelas.











¿Por qué sé exactamente cómo se sienten pero no puedo demostrarlo?
¿Por qué entiendo circunstancias que no puedo verbalizar?
¿Estoy en mi sitio, lo estamos todos?
Nada. Es como morirse.
Razones importantes... Suposiciones relativas.
¿Inestabilidad o un fuerte significado?
Decadencia deslumbrante.
Sarcasmo y lirismo incrustados en matrimonio.
Una prueba de lo refutable... Minerales o vacío.
Existencia implícita en el tiempo indeterminado.
Tiempo, esa cuenta en nuestra cabeza.
Obscuridad.

domingo, 20 de marzo de 2011

Parados, fallados, dormidos



Maldición.

El entorno está cambiando a demasiada velocidad... Un tsunami resquebraja el mundo al otro lado mientras aquí da comienzo mi propio terremoto.

Ha salido el sol pero cada día oscurece un poco más la claridad del camino.

Si el momento de incertidumbre nos entusiasma... ¿Por qué amarga su sabor al cabo de un rato?

¿Podremos salir de ésto, podremos?

Lo juro... Juro que usaré esta tragedia para rescatar lo mejor de mis entrañas, para empujar al destino dormido.

Si nadie me quiere es porque no lo intento de verdad. Si no aprendo es porque soy cobarde. Si no me muevo es porque necesito llorar... ¿Podremos salir de ésto, podremos?

Siento la fuerza para mover montañas dentro de mí, siento el Olimpo de los dioses correteando entre mis dedos. ¿Sabes que siempre supe que era capaz de cualquier cosa?

¿Sabes que sigo siendo capaz, pero nadie me ha enseñado cómo?

¿Podremos?

Salta conmigo... Quiero gritar un buen rato en medio del monte, quiero bailar alrededor de la hoguera, quiero una fiesta de mentira y jugar a ser de verdad. Saltemos... ¿Podremos?



¿Sabes por qué ella se tiró de cabeza contra el suelo?

Porque puede...

domingo, 13 de marzo de 2011

Entretenerse y entredejarse, como siempre

El acto de suicidarse... Albricias, si tengo que leer. Me olvidé de compensar lo que pretendo con lo que hago, y así me pasa... Aquellas palabras de hoy, las que condensan el rumbo del día, son balas de metralleta en mi memoria nocturna.

"Triunfan los que lo hacen, no los que lo piensan"

Y es que las señales nos llegan desde todas partes. Y los monstruos forman parte de esa perspectiva que nos susurra lo terrible del camino. Sin riesgo, no hay recompensa. Sin miedo no existe el valor. Sin deseo... ¿Existe alguna cosa sin deseo?

Me preguntas tantas cosas sin siquiera abrir la boca... Cuando mueras me matarás de incomprensión. Mi cabeza se derramará sobre la arena tratando de reconstruir esos pedazos que significas poco a poco, segundo a segundo, respiración tras aliento.

El exceso de tolerancia se vuelve propiamente intolerante... Es lo que predicas sin decirlo. Pero, por favor, déjame perderme, déjame divagar, deja que siga siendo un poco estúpida; lo mismo da. Quiero saber que sólo yo encuentro respuestas diferentes, aunque sea mentira. Que sólo yo imagino a mis protagonistas. Que sólo yo conozco la otra imagen del espejo. ¿Está el mundo en mis pensamientos o alguien está soñando conmigo hasta que se canse?

¿Existes porque te conozco, o te conozco porque existes mejor que nadie?


¿El silencio de los demás es el negativo de la información que nos falta? Y, si es así, ¿somos las piezas o somos los huecos?
¿Quién dirige?
¿Alguien mira, hay alguien vigilando?

¿Me está mirando a mí? ¿Será grosería o ironía bajar ahora las persianas?

No me entiendes... Y no me importa.

Es la manera que tengo de hacerme inexpugnable.

lunes, 28 de febrero de 2011

Encontrando su destino (parte III)

El hombre que vendía canciones se había hecho tan rico que apenas reconocía al resto de la humanidad como iguales sino como damnificados a los que rescatar de una existencia miserable. Sentía lástima y compasión, pero también una inmensa culpa de la que no era capaz de deshacerse, a pesar del consejo de otros sabios millonarios.
Su mujer, ávida de despertar en él un mínimo interés, compuso una canción para confesarle su secreto con el hombre vacío. Por desgracia, su marido sólo estaba preparado para llamarlo traición.

Hubo un asesinato y el hombre que escribía canciones se convirtió en una canción de muerte.

Desde entonces, la mujer del vendedor llama a la muerte cada noche, deseando que venga a buscarla...


domingo, 27 de febrero de 2011

Practicando el conflicto

"El hombre vacío empezó a comprar canciones de amor a diario... Hasta que una mañana, por casualidad, se dio cuenta que no tenía dinero; lo cierto es que nunca lo había tenido. Regresó a la tienda de inmediato, asustado, pensando que había cometido un delito; tan convencido estaba de su culpabilidad que sólo pudo comprender lo sucedido al encontrarla... Era ella, la mujer del hombre que vendía canciones, quien se las había estado regalando. De pronto se encontraron frente a frente.
Ella sonrió: Era justo devolverle a aquel hombre lo que era suyo.
Él también sonrió: al mirarla sintió que antes de ese momento nunca había escrito nada verdadero"

sábado, 19 de febrero de 2011

La canción del hombre que escribía canciones de amor

Había una vez un hombre que escribía canciones de amor. Desde que se levantaba por la mañana hasta que se acostaba por la noche encontraba razones y motivos. Sólo necesitaba un detalle, una pequeña rutina para que su cabeza comenzase a componer una hermosa letra acompañada de melodía; alegre y dulce o triste, amarga y rota.

El hombre siempre regalaba sus canciones porque le gustaba contemplar el rostro agradecido de las personas que las recibían. Le gustaba regalar sus propias emociones.

Otro hombre, observando la felicidad que producían todas aquellas canciones, las escribió en un papel, las puso precio y las colocó en el escaparate de una calle principal. La multitud deseaba tanto aquellas canciones que comenzó a comprarlas, aún sabiendo que no pertenecían al hombre que las vendía.

Pasó el tiempo y todo el mundo poseía canciones de amor. Las canciones sonaban a todas horas, en todas partes; no existía un solo lugar del mundo donde no brillase aquella música. Envolvía la existencia de las personas, las ayudaba, las complacía. Todos estaban contentos y satisfechos, todos... Menos uno.

El hombre que escribía canciones de amor había dejado de hacerlo. No encontraba fuerzas; su capacidad había dejado de tener sentido. Ya no servía. Una noche metió la cabeza debajo de la almohada y un interruptor se apagó dentro de sus pensamientos. Las palabras dejaron de funcionar. Las notas se agotaron.

El hombre que vendía canciones fue a pedirle más pero el hombre que las escribía le explicó, resignado, que se había quedado vacío. No hubo más remedio que disfrazar las canciones de siempre para que parecieran otras y, así, poder volver a venderlas. Eso fue lo que hizo el hombre que vendía canciones, y nadie pareció darse cuenta.

Finalmente, después de mucho tiempo, el hombre vacío entró en la tienda para comprar una canción.

miércoles, 26 de enero de 2011

Contacto

Ding dong. Dos hombres se preguntan acerca del peso de nuestra comida. Han recorrido la edad de la Tierra para llegar hasta aquí y me temo que no van a marcharse sin una respuesta. Se me ha helado la sangre. Los enigmas siempre encierran cuestiones universales, así que sospecho que se trata de un par de farsantes. Pero ellos son más fuertes que yo y en esta habitación de neblinas no hay salida, excepto la que custodian a sus espaldas.
-No lo sé...

Me miran extrañados. Creo que ellos también esperaban una mujer universal y yo apenas cubro un sistema planetario. Insisten con los dolores de cabeza y los proverbios.
-No entiendo...

Parecen defraudados. Se aproximan. Han sacado de algún sitio un aparato que, a su vez, permanece integrado en sus cabezas respectivas. Ahora creo que estoy alucinando.
-¿Sois de verdad?

Sonríen. Comprenden mi inferioridad, mi indefensión. Afirman que se trata de una visita de cortesía, nada importante. Se han detenido a causa de una sed imprevista. Se marchan de repente. Desaparecen.




Caigo en la cuenta de que ni siquiera hablaban, aunque me han hablado de algún modo... El peso de la comida. El dolor de cabeza. Los proverbios.

Alguien gritando a mi espalda, avisándome del peligro bajo el andamio. Demasiado tarde. Mis dedos soltaron las bolsas del super.

martes, 18 de enero de 2011

Empuje, empuja

La fuente de la inspiración o la piscina de las tragedias, lo mismo daba. Miraba una y otra vez, miraba, insistía de cuantas maneras se le ocurrían pero fue en vano.

Porque sólo miraba.

Pasaron las horas, los días, los años. Continuaba mirando sin comprender cómo, cuándo. Había alzado la mano pero no era suficiente. Hay que superarse entero, hay que precipitarse por encima de uno mismo para conseguirlo.

Demasiadas velas en la tarta. Demasiado espacio entre el primer sueño y el último. No se pudo mantener; nadie puede, así que se murió.

Ahora sabe que pudo tocarlo pero le faltaron fuerzas, sangre, dolor.

- ¿Nadie te enseñó a abrirte el pecho y entregar el corazón?

Sigue lamentándose... Sólo le enseñaron a mirar el agua escurriéndose entre las manos.

domingo, 2 de enero de 2011

Exigencias

Iba yo montada en un sueño esperpéntico cuando me arrastraron al suelo y, desde allí, vi esa luz que brilla constantemente como un faro repeliendo tinieblas; me levanté casi sin querer para seguir avanzando (¿queda de otra, imbécil?) hasta llegar a la cocina, donde increíbles cuestiones de interlocutores salvajes e impúdicos me fueron planteadas como imposición. No pude negarme, aunque recurrí a la trampa de mi inventiva y conté aquel cuento que no se acaba en mi cabeza, igual que un meme de internet palpitando en el subconsciente colectivo.

Me vestí de troglodita moderno y escalé la montaña del pueblo para cazar una foca saltarina que no dejaba de provocarme; me pregunté qué demonios hace una foca en el monte aunque me pareció normal que tuviera alas (¿eres tonta o un genio absoluto?). La perseguí, la llamé a gritos pero ella se enfadó; me escupió un diente y me contestó que no la llamase foca. Alguien importante dijo que estaba bastante focalizada esa foca, pero yo no entendí el chiste, porque yo ya le había diagnosticado un poco de histeria nival, ya se sabe, la histeria de los copos de nieve. Pero no perdamos el rumbo de la historia... (¿Y lo dices ahora, trastornada?)

Las focas se reunían en una cueva llena de focos (je-je-je) y brincaban como locas comiendo almendras garrapiñadas. Se acostaron a dormir y yo aproveché para robarle las costillas a una morsa que tenía de sobra; luego regresé a casa y las eché a cocer en la olla de las lentejas. Quince minutos. Mirada interrogante. Esta vez ha sido intenso. Pero he pasado el examen...

-Vale, ya me como el puré.