miércoles, 11 de enero de 2012

Encender la tele

Los nuevos años y las nuevas opiniones, las nuevas caras, los nuevos razonamientos. De repente aquella estúpida nos parece una sensual serpiente que no tuvo opciones y el imbécil sabe modificar su sentido de la valentia y la compasión. De repente la vida es diferente. De repente, la vida.

"Funny games" es un ejercicio mentiroso, con un artificioso diseño cinematográfico de la naturaleza humana. Cuando termina la película sabes que nunca habría ocurrido así. Sabes que el hilo se rompe, sabes que la corrección humana no se sostiene con una simple estética de tensión. Sabes (todo el mundo lo sabe) que termina saliendo el animal, ese que mueve camiones, se come su propia extremidad o se la amputa y luego se pelea en el suelo, como los perros, hasta morir o matar.


"La sombra de nadie" es un magnético cuento de fantasmas, pero en realidad me quedé por ella. Asombroso. Me gustó su manera de retocarse el flequillo hacia un lado y el mal carácter que se gastaba con su asistente, o lo que fuera aquella otra pobre advenediza. No era especialmente guapa, ni especialmente atractiva, ni especialmente nada... Tal vez fue su ligero acento, o su falso aspecto de resignada, o su rostro de mujer común disfrazando dragones internos, brillando en sus pupilas tres segundos después... ¿Puede hacer eso un actor o una actriz? ¿Alguien más se ha dado cuenta?


"Gilda" juega con ventaja, desde siempre, desde antes de empezar la película. A Gilda no le hace falta ser una mujer especial porque su fantástica fisonomía mantiene hipnotizado al espectador, esté o no ella presente. Inquietante Ford, asumiendo la postura del impenetrable. La sensación del eterno encuentro supera al dolor porque resultan más mágicos juntos; la impresión es que nunca dejan de estarlo y, sin embargo, echo de menos algunas palabras de amor...
Al menos, antes de marcharse del bar...
Qué injustos.