- Imagínate que empiezas a construir un elefante - Le expliqué - De tamaño real, con piezas tan pequeñas como palillos... Cada día añades unas cuantas. Es un trabajo laborioso que requiere mucha precisión, mucho esfuerzo y mucha concentración. Sin darte cuenta, transcurren cinco años de tu vida...
Me miraba con extrañeza. Aún no entendía.
- Imagínate que el elefante que estás construyendo se encuentra en una habitación donde sólo tú puedes entrar; nadie más puede. Por lo tanto, eres el único que puede avanzar o destruir, si sale mal. Nadie puede ayudarte...
Hice una pausa. Seguía dudando, aunque la soledad frente al paquidermo sí le había parecido un tanto injusta.
- Y ahora - Terminé, enfatizando el tono - Imagínate que eres la única persona que puede ver al elefante...
Se quedó pensando. No le convencía.
- ¿Es un elefante invisible?
- Hasta que esté terminado, sí...
- Y cuando lo terminas, ¿se lo puedes enseñar a la gente?
- Claro, para que lo vean y lo disfruten...
- ¿Y si les gustan más los cocodrilos?
- Es un riesgo que hay que correr, desde luego...
Otra vez se quedó pensando. Al final, una luz se encendió sobre su cabeza.
- Pues yo creo que es más fácil comprarse un elefante desde el principio, y ya está...
Mas facil,pero...dónde queda la diversión entonces?
ResponderEliminarNo tengo ni idea de dónde queda la diversión...
ResponderEliminarSupongo que construir un elefante es suficiente para mí.
a eso me referia.
ResponderEliminarcomprarlo serís fácil,pero construirlo es lo interesante,divertido,emocionante...
Se compra un elefante y acaba toda la diversión. Como los videojuegos de la WII. Ahí están cogiendo polvo...
ResponderEliminarEs que la diversión es comprar el videojuego, no jugar con él... ;)
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