sábado, 26 de mayo de 2012

Detrás del esternón

Hay un pedazo de nosotros que cruje cuando sentimos angustia, se esconde cuando se asusta, se queja cuando no le dejamos respirar y tiende a llorar en las noches solitarias...
Enjaulado entre barrotes desde que nació para que no se le ocurran ideas peligrosas, para que aprenda a sujetarse en los acelerones, en las caídas, en las tormentas y en las despedidas...
Prisionero porque es más eficaz trabajar sin puertas a las que mirar, porque es más fácil no salir nunca de la cuna...


Me duele últimamente, como si el muy maldito quisiera abandonarme. Se queja, se estira, no me deja sentarme, quiere que salga corriendo... ¿Cómo es posible?

Me pregunto si habrá aprendido a leer...


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