Me vestí de troglodita moderno y escalé la montaña del pueblo para cazar una foca saltarina que no dejaba de provocarme; me pregunté qué demonios hace una foca en el monte aunque me pareció normal que tuviera alas (¿eres tonta o un genio absoluto?). La perseguí, la llamé a gritos pero ella se enfadó; me escupió un diente y me contestó que no la llamase foca. Alguien importante dijo que estaba bastante focalizada esa foca, pero yo no entendí el chiste, porque yo ya le había diagnosticado un poco de histeria nival, ya se sabe, la histeria de los copos de nieve. Pero no perdamos el rumbo de la historia... (¿Y lo dices ahora, trastornada?)
Las focas se reunían en una cueva llena de focos (je-je-je) y brincaban como locas comiendo almendras garrapiñadas. Se acostaron a dormir y yo aproveché para robarle las costillas a una morsa que tenía de sobra; luego regresé a casa y las eché a cocer en la olla de las lentejas. Quince minutos. Mirada interrogante. Esta vez ha sido intenso. Pero he pasado el examen...

Ufffffffff...que intenso!
ResponderEliminarMe gusta lo del troglodita moderno, pero no acabo de imaginármelo del todo.
ResponderEliminarMmm, asadas hubieran estado mejor.
Me gustan los pimientos asados. Aunque los fritos están de muerte, en un bocadillo con tomate.
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