martes, 18 de enero de 2011

Empuje, empuja

La fuente de la inspiración o la piscina de las tragedias, lo mismo daba. Miraba una y otra vez, miraba, insistía de cuantas maneras se le ocurrían pero fue en vano.

Porque sólo miraba.

Pasaron las horas, los días, los años. Continuaba mirando sin comprender cómo, cuándo. Había alzado la mano pero no era suficiente. Hay que superarse entero, hay que precipitarse por encima de uno mismo para conseguirlo.

Demasiadas velas en la tarta. Demasiado espacio entre el primer sueño y el último. No se pudo mantener; nadie puede, así que se murió.

Ahora sabe que pudo tocarlo pero le faltaron fuerzas, sangre, dolor.

- ¿Nadie te enseñó a abrirte el pecho y entregar el corazón?

Sigue lamentándose... Sólo le enseñaron a mirar el agua escurriéndose entre las manos.

4 comentarios:

  1. Puede que el agua se escurra entre las manos ,pero aun así te moja.

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  2. Es al revés, demasiada tarta para las velas que se pongan.

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  3. Cuando releo al día siguiente siempre me parece que lo escribió otra persona...

    O será que al día siguiente siempre soy otra persona.

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  4. Yo ya sospechaba que tenías un "negro".

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