miércoles, 26 de mayo de 2010

Erase una mujer encadenada que no lo estaba en realidad...

... Pero como había sido criada de determinada manera ella siempre sentía las cadenas presionando sus tobillos, impidiendo cualquier forma de vida totalmente libre. No es que fuese prisionera de alguien, o de algo; era una esclava de sus propias necesidades. Siempre estaba necesitando cosas. Y cuando no las conseguía, se vendía. A menudo se alimentaba de los demás, como un vampiro, succionando hasta obtener lo que buscaba, aunque lo que deseaba de verdad era arrancarse las cadenas. Lamentablemente desconocía cómo hacerlo y, puesto que tales grilletes ni siquiera existían, se pasaba el tiempo acrecentando una frustración que no remediaba con nada.
Un día la mujer se encontró con un caricaturista que quiso dibujarla e impulsivamente accedió a posar para él. Cuando terminó, al cabo de un rato, el hombre le mostró la obra. Ella lloró al contemplar el retrato. Había dibujado la hermosa silueta de una mujer con el rostro difuminado aunque calzando finísimas sandalias, hermosas también, atadas al pavimento.
El artista y la mujer se miraron a los ojos. Se habían enamorado.
Erase una mujer que deseaba ser amada por sus peores defectos. Erase un hombre que deseaba amar a través de los defectos de una mujer.

Y ambos fueron libres, al fin.

CM

1 comentario:

  1. xD...Es realmente bello.Un hermoso cuento con un final perfecto .Libres.

    Muaccsss

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