-No lo sé...
Me miran extrañados. Creo que ellos también esperaban una mujer universal y yo apenas cubro un sistema planetario. Insisten con los dolores de cabeza y los proverbios.
-No entiendo...
Parecen defraudados. Se aproximan. Han sacado de algún sitio un aparato que, a su vez, permanece integrado en sus cabezas respectivas. Ahora creo que estoy alucinando.
-¿Sois de verdad?

Caigo en la cuenta de que ni siquiera hablaban, aunque me han hablado de algún modo... El peso de la comida. El dolor de cabeza. Los proverbios.
Alguien gritando a mi espalda, avisándome del peligro bajo el andamio. Demasiado tarde. Mis dedos soltaron las bolsas del super.