domingo, 21 de noviembre de 2010

No digas que l@ quieres, cállalo

Hace tiempo que le doy vueltas a una entrada que leí en otro blog (La solución elegante) sobre declaraciones de amor. En aquel entonces estaba completamente de acuerdo. Ahora también, pero no tanto. La cuestión es que el beneficioso desuso de la exposición franca de los sentimientos amorosos me ha obligado a hacerme muchas preguntas. Si las personas que dedican su vida a escribir, a crear vidas ajenas y narrar historias creíbles, asumen que es mejor obviar las palabras que revelan al ser querido las propias necesidades y afectos por resultar tópicas, poco naturales... ¿Significa eso que las personas, la gente, no hablamos del amor? ¿Significa que sólo hablamos del amor por obligación, o que nos avergonzamos de hacerlo? ¿Significa que no sabemos hablar de amor porque no lo hacemos nunca? ¿O significa que hablar de amor es tan difícil, tan extraordinariamente complicado, que optamos por la respuesta visual, por la mueca, por el salvavidas de la omisión, por el sobreentendimiento, por la supuesta superior belleza del silencio?

Meditando sobre estas cuestiones he llegado a la conclusión de que todas son ciertas. Las personas, en general, no hablamos de nuestros sentimientos casi nunca; incluso lo evitamos, si podemos. La mayoría de la gente lo considera una evidente señal de debilidad, al igual que la insensibilidad y la indolencia son señales de fuerza y resistencia. Hablar de amor incomoda, molesta, perturba, empequeñece, aflige, asusta, destruye todas las defensas y nos expone al daño de manera directa, al filo de la navaja. Muy pocas personas permanecen intactas después de un rechazo personal, íntimo. ¿Quién se arriesga al maltrato, a la humillación, al desprecio de alguien por quien daríamos la vida? ¿Cómo se vive con eso, después de eso?

Vale, puede que no hablemos del amor. Puede que los personajes de una ficción no hablen del amor para resultar más reales... Pero SÍ QUE PIENSAN EN EL AMOR. Piensan en lo que sienten, en lo que desean, en lo que representa el otro, en lo que deseamos del otro, en lo que nos duele nuestra incapacidad para expresarlo, para conseguirlo. El diálogo con uno mismo sobre el amor que sentimos es tanto o más interesante que lo que somos capaces de transmitir al otro, si es que lo hacemos alguna vez.

Le he dado vueltas y vueltas hasta que lo he encontrado. Extraño, porque no es una pareja convencional en absoluto. Ni siquiera son de carne y hueso. Tampoco dicen lo que sienten abiertamente, ni hablan de si mismos con naturalidad; son japoneses. Otra cultura, otro mundo. Barroquismo afectivo, masoquismo, emotividad extrema, trama imposible, imagen infantiloide, subversión erótica; yo que sé. Me encanta.
¿Habrá algo parecido a este lado del planeta?


8 comentarios:

  1. Yo creo que expresar lo que se siente abiertamente es un acto de valentia.

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  2. Es difícil ser original o simplemente creíble en un tema tantas veces recreado. Pero es como todo, si está bien hecho, merece la pena que se haga. Identificarse (o no), emocionarse (o no), simplemente sonreir o tener ganas de aplaudir. Eso es el cine, ¿no?
    Hay buenos ejemplos de declaraciones de amor, si el recuerdo no me traiciona, diría Orgullo y prejuicio, Los puentes de Madison...; y ¿qué es Cyrano de Bergerac?, si no una declaración de amor de 2 horas.
    Estos "japos", mira que son trágicos...

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  3. Soñadora, en otro tiempo te hubiese dado la razón sin dudarlo. Hoy creo que depende, supongo que de las posibles consecuencias. Es difícil hablar en términos de valores absolutos porque nunca se está de acuerdo ni con uno mismo; nunca completamente.
    Además, para callarse algunas cosas también hay que tenerlos cuadrados...

    Cornu, me encanta la frase que te quedó: "...Tener ganas de aplaudir. Eso es el cine, ¿no?"
    Las películas que mencionas... Casi nada. Orgullo y Prejuicio es la joya de la corona de la tensión sexual reprimida (qué gustazo verla) y Los puentes de Madison no la veré por segunda vez; me siento estúpida llorando en la escena del puto semáforo. Cyrano, tan inteligente y tan idiota, le daría un par de tortas... ¿Tan difícil es declararse antes de morir?
    Yo, en particular, me quedo con "Lo que el viento se llevó". Las razones las dejo para otra entrada. Y por cierto...

    ¡¡¡No te metas con los japoneses, orokana!!!

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  4. Hola, CM:

    A los que escribimos nos faltan palabras nuevas para el amor. Han sido gastadas por los poetas, los literatos, las películas antiguas... Las declaraciones nuevas parecen las declaraciones de otros... A veces, los actores parece que mienten más que de costumbre cuando hablan de amor... Recuerdo las risas en el cine cuando Marian (Uma Thurman) dice que ama a Robin Hood (Patrick Bergin) porque él le ha hecho ver el sol y las estrellas en el corazón...

    Los guionistas rehuyen las declaraciones porque tienen pánico a repetir las palabras... Los directores saben que les basta un plano-contraplano, un silencio y un violín de fondo.

    ¿Y las personas? Tú lo has dicho:

    "Hablar de amor incomoda, molesta, perturba, empequeñece, aflige, asusta, destruye todas las defensas y nos expone al daño de manera directa, al filo de la navaja".

    Me gusta esta entrada.

    ¡Y gracias por la mención!

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  5. Pues sí... Pero no.

    A J; comprendo lo que dices y estoy de acuerdo con el pragmatismo de los directores, pero una parte de mí se niega a creerlo del todo... ¿Realmente se gastan las palabras? ¿Se gastan las conversaciones? Si de verdad ocurriese, ¿no se habrían gastado hace siglos?
    Un personaje que come, duerme, lucha, hace y deshace; con incluso historial médico y hasta huellas digitales. ¿No puede plantarse ante la persona que quiere y decirle, simplemente, la verdad?
    Claro que la gente se rie cuando escucha lo de la luna y las estrellas... Falta lo del arco iris en tus pupilas, lo de las mariposas en el estómago y lo de los gorriones en el corazón... ¿De dónde coño (perdón) salieron todas esas sandeces? Lo peor, lo más grave del asunto es que ni siquiera son verdades (a menos que suelas automedicarte en la calle a la buena de Dios). ¿No es más fácil decirle a la otra persona lo que está pasando, simplemente? ¿No es eso suficientemente bonito?
    Yo creo que sí.
    Por eso me gusta Junjou (el anime que colgué); personajes extremos en situaciones extremas hablando con sencillez. Si hasta se insultan antes de decir "te quiero"... ¿Hay algo más realista que eso?

    A soñadora: Amar implica cierta exposición pero amar no es equivalente a exponerse. Existen formas de amor que no implican ningún riesgo...

    Saludos y muchas gracias por comentar.

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  6. Sí, CM, en el mundo real, que alguien te diga una frase como "te quiero" puede tener el efecto de una medicina. Y está bien cuando uno la dice, así, sin metáforas añadidas... Uno le hace sentir a la otra persona que está ahí, quiere protegerla, mimarla, hacerle la vida más fácil...

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