Este año he querido ser consciente de la llegada de Enero, mi mes favorito, el de los giros dramáticos, el de la conciencia, el de las grandes decisiones y los grandes proyectos. El mes de los cambios y el miedo al futuro. El mes que, apenas con llegar, me conmueve al mirar el nuevo calendario sentada en la silla de la cocina.
El mes del inicio de los sueños y el paso del tiempo.
El mes de la crisálida definitiva. Si llega a Enero, es irreversible. La nieve, el frío, los números nuevos. Enero es un mes largo y siempre me lo imagino como un anciano, no sé por qué.
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