jueves, 18 de octubre de 2012

Italia, Frankfurt y el horno de una novela

Es gris pero me hace sonreír... Como esa expresión después de comerse un helado, después de terminar de leer un libro. O esa otra cuando contemplas el final del mar, allá a lo lejos, lleno de bruma y preguntas espesas sobre el infinito...
¿Se puede elegir ser feliz?
Caminando por encima del asfalto mirándome los pies, para no mirar a nadie más. Mi cabeza no responde nunca pero mis piernas conocen la dirección. No hay ruidos, no hay tiempo. Esa especie de calma que contienen las pausas que elegimos. No hay manera de que salga el sol pero yo puedo verlo hoy claramente, brillando a mi alrededor.

Una bóveda sin cimientos, un esguince mental, un desierto mojado, un beso pegado a la espalda. Rozar con los dedos al hombre invisible... Justamente eso es. Girar sin parar. Volver a bailar con los ojos cerrados.

Esta es la primera vez que no me preocupa, como siempre, la llegada de la Navidad.






2 comentarios:

  1. Este año seguro que vienen cargadas de regalos. Mientras, disfruta de la espera. Sigue bailando.

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  2. Tocar madera. Pero sí, se me había olvidado que el mundo, de vez en cuando, vende entradas para la fiesta.

    Gracias!

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